EUROPA
PRESS
17 febrero
2020
Expertos
en Dermatología y Fotobiología establecen recomendaciones de la fotoprotección
del futuro e ideal
Un grupo compuesto por siete
dermatólogos especialistas en fotodermatología y
expertos en asuntos regulatorios de todo el mundo, liderados por el Profesor
Jean Krutmann, han escrito un artículo científico de
posicionamiento, publicado en la revista 'Journal of the
European Academy of Dermatology and Venereology', en el que analizan el estado actual de la
fotoprotección y plantean cómo debería ser en el futuro.
El objetivo ha sido informar a los profesionales sanitarios
sobre las características que debería cumplir el "fotoprotector
ideal", así como sugerencias para las autoridades sanitarias para mejorar
la normativa que evalúa el nivel de protección solar, con la finalidad de
evitar la variabilidad interlaboratorios y mejorar el etiquetado de los
fotoprotectores.
En concreto, los dermatólogos han reconocido que, debido a
los avances científicos sobre el efecto de las radiaciones solares en la piel y
en la formulación de los fotoprotectores, se enfrentan a nuevos desafíos. Así,
se posicionan sobre temas directamente relacionados con el efecto de las
radiaciones solares sobre la piel, métodos de evaluación mejorados y alternativos
o como mejorar la comunicación al consumidor sobre la eficacia de la protección
solar.
A pesar de que existen dos métodos de evaluación del factor
de protección solar, método 'ISO 24444:2010' y la monografía de la Agencia
Americana del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) del 2011, la
variabilidad del factor de protección solar (SPF, por sus siglas en inglés) es
una de las principales controversias.
Lo ideal, según los expertos, sería una revisión y mejora
según los nuevos conocimientos. En este punto, han comentado que existe una
"amplia evidencia científica" que indica la variabilidad dependiendo
del laboratorio que lo realice. Esto es debido a que para determinar el eritema
un técnico especialista del laboratorio determina visualmente la dosis eritematógena
mínima de la piel protegida y de la piel sin proteger.
Es decir, es una determinación que se hace " a
ojo" (dosis mínima de radiación que produce eritema). Además, según la
norma ISO se somete a los voluntarios a dosis altísimas de radiación en muy
poco tiempo pero ésta puede variar según laboratorios. Se administra una dosis
de 2 mg/cm2 del fotoprotector cuando en condiciones reales de uso los usuarios
emplean una dosis mucho menor, la mitad o la cuarta parte. "En conclusión,
a determinación del SPF en los laboratorios es muy diferente a las condiciones
reales de uso", ha comentado la medical marketing manager de ISDIN, Aurora
Garre.
Esta norma de ensayo se viene realizando desde hace diez
años y la innovación en las fórmulas parece haber ido más rápido que la
normativa. Por ello, los expertos creen que se debería evitar la variabilidad
de resultados controlando estos factores, por tanto instan a las autoridades
regulatorias a una revisión de la norma, aunque mientras ésta no cambie sigue
siendo el mejor método estandarizado para catalogar la acción protectora de un
fotoprotector.
Los autores del artículo también señalan que estos estudios
se realizan en condiciones de laboratorio, muy diferentes a las condiciones
reales de uso. "También se podrían hacer estudios al aire libre (outdoor) porque ayudan a comprender que dos productos con
igual SPF pueden comportarse de forma diferente ya que intervienen otros
factores como es la sudoración, la temperatura corporal y otras radiaciones
además de la radiación ultravioleta, como la luz azul y la radiación
infrarroja", ha destacado la doctora Garre.
Del mismo modo, los expertos informan de que los estudios 'outdoor' aportan un valor añadido pero también cuentan con
muchas limitaciones para evitar la variabilidad, por lo que abogan por fijar
unos estándares (índice ultravioleta o condiciones climáticas, entre otros) que
fueran complementarios a la determinación del SPF en laboratorio.
Actualmente la norma ISO europea se está cambiando, con el
fin de encontrar un método que sea más objetivo. "Sería importante
introducir cambios que limiten las fuentes de variabilidad por ejemplo, el
empleo de metodologías específicas para determinar los fototipos y la aparición
del eritema de una manera objetiva", han dicho los expertos.
No obstante, puntualizan, existe otra radiación UV, la
ultravioleta A, que no provoca eritema pero a largo plazo provoca el
envejecimiento cutáneo prematuro, manchas, alteraciones inmunológicas o cáncer
en la piel. Y es que, los usuarios no conocen cual es el grado de protección
UVA que proporciona un fotoprotector. Además, en Europa, su valor es de un
tercio o superior del SPF cuando se escribe dentro de un círculo.
Por este motivo, los autores han avisado de que no se está
dando la "importancia real" que tiene esta radiación, por lo han
destacado la necesidad a llegar a un acuerdo cómo transmitir el grado de
protección UVA, así como de protegerse de la luz azul, sobre todo en los
fototipos más oscuros, ya que produce aumento de la pigmentación de forma más
duradera.
"Debemos protegernos de todas las radiaciones del
espectro solar que afecta a nuestra piel teniendo en cuenta que su cantidad
varía a lo largo del año", ha apostillado Garre.
Seguridad de los
productos
Desde los años 50 que se comercializaron los primeros
protectores solares, no se han descrito efectos adversos sistémicos por el uso
de un fotoprotector. En cuanto a las texturas, su evolución ha sido enorme en
los últimos años. Estos avances tienen como finalidad que los usuarios deseen
usar el producto, mejorando así la adherencia, es decir aplicar cada 2 horas y
abundantemente (a las dosis adecuadas de 2 mg/cm2).
Por ello, los fabricantes deberían tender a una gama de
productos adaptada a cada tipo de piel y condiciones de uso. Las preocupaciones
crecientes de la población por el medio ambiente hace que algunas personas
sensibles a este tema, dejen de usar fotoprotección debido a las noticias
alarmantes de que algunos filtros pueden afectan al medio ambiente marino.
En este sentido, los autores han señalado que aunque la
información científica disponible es todavía escasa, los fabricantes deberían
de adaptar los productos empleando la cantidad de filtros adecuada y que éstos
sean respetuosos con el medioambiente marino.
"El fotoprotector ideal es aquel que proporcione una
protección equilibrada, segura y fácil de usar", han dicho, para informar
de que esto se puede lograr a través de los siguientes pasos: considerar
variables de evaluación alternativos distintos del eritema, que reflejen tanto
el daño agudo como el crónico; incluir protección contra las longitudes de onda
más allá de los rayos UV; y que la fotoprotección tenga en cuenta las
interacciones entre diferentes longitudes de onda en la luz solar natural.
Además, los expertos recomiendan realizar esfuerzos para
desarrollar protectores solares específicos/personalizados para diferentes
subgrupos de población con diferentes necesidades de protección; y hacer
esfuerzos continuos para mejorar el cumplimiento del uso regular de protector
solar mejorando las texturas, la sensación en la piel y los sistemas de
administración.
Finalmente, y desde una perspectiva de seguridad, la
concentración de filtros UV debe ser lo "más baja posible" y los
protectores solares deben formularse para tener un impacto medioambiental
mínimo. "Esto puede lograrse parcialmente con ingredientes innovadores
para complementar la protección proporcionada por los filtros UV. Se necesitan
productos de protección solar con beneficios adicionales para el cuidado de la
piel, como hidratación y propiedades rejuvenecedoras o antienvejecimiento, para
alentar aún más el uso regular mediante la simplificación de la rutina del
cuidado de la piel", han zanjado.